Sunday, January 15, 2006

Sueño 114

Creo que me encuentro en un pub pero no lo veo claro. Hay más gente y por allí se encuentra mi profesor de Química Física. Está conmigo. Bebo de una copa y la boca se me llena de diminutos cristales. Los escupo y, tal que se reprodujeran, vuelve a llenárseme la boca de ellos. Temo cortarme: por eso los escupo con cuidado. Se acerca; está preocupado porque no dejo de escupirlos. Nos quedamos solos. Vamos en un autobús con otros chicos muy graciosillos que se bajan en una parada anterior a la nuestra. Bromean con mi profesor, se llevan bien. Me siento cómoda con él, como protegida; pero siento algo raro, no podría explicar de qué se trata. Los dos chicos que bajan quedan colgados de la puerta del autobús y éste arranca. Están locos. Damos un paseo por el casco antiguo de Santiago. Llegamos a una plaza que podría ser la Quintana pero mucho más grande. Al final de ésta hay un inmenso bosque de árboles frondosos de color verde oscuro. El cielo está muy encapotado; la vista es tenebrosa y si vamos por allí sé que el camino será difícil. Le digo que alguna vez llegué hasta este sitio y al ver que estaba así decidí no seguir. Las calles son diferentes a las reales aunque ya he paseado por ellas en otros sueños. Llegamos a su casa. Estamos solos. No es lo que más me apetece. Me abraza pero no me besa la boca: es una norma para él. Sé que lo hace porque le prometió a su mujer antes de morir que jamás besaría a otra que no fuera ella. Estamos en otra casa donde hay más gente y sé que no debemos estar allí. No sé si el que me acompaña sigue siendo él. Le aviso para irnos cuanto antes. Tengo miedo y quiero salir de allí. Cuando comienzo a andar se me engancha el jersey en un arbusto espinoso. No soy capaz de soltarme y me pongo tan nerviosa que con fuerza tiro de él y le hago un tremendo agujero. En el fondo estoy aliviada de haberme soltado aunque por ello haya tenido que sacrificar el jersey.

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